sábado, 6 de octubre de 2012

Dulces Anécdotas

Este pasado lunes, tuve que realizar unas diligencias oficiales.  Entre una diligencia y otra, pude visitar a mi antigua escuela.  Me alegró el ver la emoción en que me recibieron todos mis compañeros,  mi pequeña familia.  Pasé por los salones y mis ex estudiantes me demostraron, a través de sus ojitos iluminados, la alegría de verme.  Pero, más me conmovió el tercer grado.  Esos chicos que hace tres años pasaron por mis manos, me abrazaron y entre lagrimas me pidieron que no fuera otra vez.    Y al tener que irme, muchos estudiantes se pararon frente al portón tratando de que no me fuera. Sin embargo, aunque algo triste, me fui satisfecha de mi labor en la Escuela Bella Vista por que sé que sembré un granito en cada uno de los estudiantes que pasaron por mis manos.

Que lección tan grande recibí ese dia.  Uno no sabe cuanto puede impactar la vida de estos chiquitines hasta que estos eventos pasan.  Como maestra, tengo el poder de formar  y cambiar vidas. Agradezco a Dios la oportunidad de ejercer esta profesión y de aportar positivamente a mi sociedad.  Agradezco a esos pequeñines el amor que me demostraron.

Pido a Dios la fuerza, los ánimos  el compromiso, la disposición, la paciencia y todo lo que Él crea que sea necesario para poder impactar de igual manera a la comunidad a la que ahora pertenezco, Esc. Ramón Ávila.

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