Hace unas semanas, pude visitar a mis ex alumnos de la Esc. Bella Vista en San Juan. Me llenó de emoción ver las caritas alegres de mis niños. Me recibieron con mucho entusiasmo gritando mi nombre a coro. La mayor sorpresa fue cuando salí de la oficina. Muchos de los estudiantes esperaban afueran para cantarle a su maestra (aunque me halla ido, sigo siendo su maestra) con el amor más puro que existe. Esta escena me conmovió, me dio algo de nostalgia y mucha alegría.
Luego, coloqué el vídeo en facebook y para mi sorpresa una ex estudiante de hace 9 años me escribíó recordando ese maravilloso año donde tuve la dicha de ser su maestra de tercer grado. Me contaba sobre las actividades que realizábamos y todas las experiencias que guarda en su corazón y en su memoria. Al final, agradeció ese mágico año en tercer grado. Confieso que mis lagrimas brotaron sin ninguna timidez. Este día fue muy emocionante. Lleno de muchos sentimientos.
Para completar, a las pocas semanas, uno de mis estudiantes me regaló una tarjetita que hizo con su mamá. Un estudiante que se llevaron a otra escuela el semestre pasado y extrañaba tanto a su querida maestra que lo matricularon de nuevo en mi salón
Dios, gracias por esta profesión que transforma y marca vidas. Donde recibo el amor más puro e inocente del mundo, el amor de los niños. Estos son los momentos en que uno recuerda que a pesar de los obstáculos, vale la pena.
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